martes, 10 de diciembre de 2013

Era Martes

Era martes.
No estaba muy seguro de la fecha. Pero era martes.
Y había nevado. O no, pero si hacía mucho frío.
Los recuerdos se vuelven vagos con el tiempo. Amarillentos. Como las fotografías.
Pero era martes.
Me acuerdo que estaba oscuro. Todavía no había amanecido.Aunque es posible que sí y lo que impedía la luz fuese la marejada de nubes que adelantaban un temporal importante.
Salió de casa tratando de recordar la fecha, y de recordar porqué debía recordar la fecha. No festejaba aniversarios desde se que se divorció (de hecho, había dejado de hacerlo desde mucho antes) y un divorcio no es algo que se festeje por mas alivio que represente. No tenía turno con el psicólogo porque había dejado de creer en el psicoanálisis el día que descubrió que su mejor amigo le decía exactamente lo mismo pero sin cobrarle. No era dia de pago ni de cobro, ni había pactado una cita.
Y era martes.
Caminó algunas cuadras. Dos... o tres... o cuatro... no lo recuerdo. Seguía sin recordar la fecha ni porqué debía recordarla.
Solía caminar por las calles intermedias para que el silencio le permita estar a solas con sus pensamientos, pero esa mañana (o tarde tal vez... no,no... era de mañana) Tomó una principal. Y seguía a la multitud. Y veía a la otra multitud a contramano. Eran muchas caras y muchas voces. Gente hablando y caminando. Autómatas. De las que preferirían proferirte un insulto antes que perder una sola palabra proveniente del celular.
Si, era martes.
Siguió caminando y se metió en un bar. No era costumbre hacerlo, pero ese día parecía estar hecho para romper reglas. Aunque la única que no pudo romper fue la de leer el diario como cada mañana. En algún punto, depreciaba el diario del martes. "Lo martes no pasa nada" decía. Pero algo lo obligaba a leerlo.
Terminó de leer el horóscopo y lo dejó sobre la mesa, junto a la taza de café (no recuerdo si con leche o no). Las mesas de ese bar tienen la particularidad de estar adornadas por palabras de cuanto cliente ha pasado por allí. El no aprobaba esa práctica, pero no tenía más para hacer, así que se puso a leer lo que los escritores de paso habían dejado allí. Y de entre toda ese rejunte de nombres de enamorados, frases anti y pro sistema, nomenclaturas raras y demas yerbas, se quedó con un fragmento que encontró perdido cerca del borde.
"No estás solo" leyó. Y leyó. Y volvió a leerlo.
Se le dibujó una pequeña sonrisa. Alguien, en algún lugar, le había dicho lo que necesitaba escuchar. Para sus adentros, le agradeció, sea quien sea.
El tiempo había pasado y debía seguir camino. El gentío era el mismo de antes. El no.
Siguió su rumbo sin recordar la fecha ni porqué debía recordarla. Pero era martes.

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